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viernes, 14 de marzo de 2008

Distintos pastores, distintos fieles

El viernes y el sábado Buenos Aires va a convocar fieles de a miles: fieles de diferentes religiones.
Luis Palau llega a la ciudad para cortar la avenida más importante del centro con un evento digno de una banda de rock: escenario imponente, pantallas gigantes, sonido desde Corrientes hasta Constitución. El evangelista llega a su tierra para convocar fieles y, según tengo entendido, el evento ya fue considerado de interés público, y el pastor visitante ilustre de la ciudad. La avenida es toda suya.
De verdad agradezco no vivir en Avellaneda -por decir-, y salir de mi trabajo a las siete y media de la tarde.
El sábado Palau va a competir con otro pastor, con otro credo, con otras letras. Porque el sábado, Bob Dylan, uno de los más grandes poetas del rock, pisa suelo porteño por tercera vez en un show que piensa hacer coincidir a generaciones enteras en el estadio de Velez. Su voz gastada y su guitarra en un viaje por el tiempo. Palau va a repetir su show evangelista y mediático, va a sumar almas a sus filas y va a partir rumbo norte con la certeza de que su fortuna se incrementó. Bob también va a contar billetes, va a emocionar a miles, que quizás no lloren ni se desplomen extasiados, pero que seguro se van a ir con nuevo aire. Un respiro en su traín argento.
Dudo ir a ver a Palau, me interesa el fenómeno pero no estoy dispuesto a sumergirme en una multitud ida y enloquecida con mates y sillas y lágrimas y manos que tocan. El sábado pienso ir a ver a Dylan, no porque me emocione particularmente, si no porque pertenezco más al mundo de los que creen en el rock y no en las oraciones. Tengo fe, pero la mía es otra. (Por otro lado me acreditaron para el evento).
No quiero entrar en subjetividades, pero me consta que muchos evangelistas, y digo evangelistas y no evangélicos porque realmente no es lo mismo, son personas que se aprovechan de la fe de las personas más vulnerables, que lucran con el dolor ajeno, que no tienen límites a la hora del engaño por el engaño mismo. Las religiones mueven fortunas, el evangelismo pentecostal al estilo Palau es la forma más burda y cruel de la estafa. Quisiera tener pruebas concretas, pero no las tengo. Tengo mis propias experiencias, mis pocas vivencias y mis pocas lecturas.
Recomiendo mucho a este periodista, él supo meterse a fondo con el mundo pentecostal y era obvio que no iba a dejar pasar al pastor de la Avenida.
Mientras tanto yo pienso pisar Vélez y ver por primera vez en mi vida a quien dicen es un inspirador de verdad. Lo admito, es todo cuestión de fe, y respeto eso. Es que son diferentes líderes y a uno de ellos jamás podría respetar.